El derrumbe del sanchismo ya tiene rostro: Santos Cerdán, secretario de Organización del PSOE, entra en la cárcel. Su amistad personal y política con la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, no es un secreto. Lo dijo ella misma: “Complicidad y confianza”. Ahora, esa complicidad tiene un precio.
Cerdán en prisión marca un antes y un después para el socialismo español y para los pilares que sostienen a Pedro Sánchez. La detención del que ha sido una de las figuras más influyentes dentro del partido pone contra las cuerdas a los vínculos personales y políticos que, hasta ahora, habían resistido los escándalos judiciales que sacuden al Gobierno.
María Jesús Montero, hasta hace poco considerada el alma del Ejecutivo de Sánchez, ha visto cómo su entorno de confianza se desmorona. Se le han quemado las manos con tanto proteger a Cerdán, y ahora se le han achicharrado por completo.
Un escándalo que sacude a la cúpula del PSOE
La entrada de Cerdán en prisión supone el mayor revés judicial para el PSOE desde la etapa de los ERE. ¿Superarán estos presuntos escándalos a la cifra que los socialistas robaron a los andaluces con los ERE? Esta vez no hay distancias. No es un escándalo regional ni una herencia de otros tiempos: es el íntimo colaborador de Pedro Sánchez, el hombre que coordinó las negociaciones parlamentarias y que manejó los hilos internos del partido.
Cerdán en prisión implica directamente a la actual dirección socialista. Su caída arrastra preguntas que se acumulan sin respuesta: ¿Qué sabía Montero? ¿Qué sabe Sánchez? ¿Cuánto de esa «confianza» compartida se tradujo en decisiones políticas bajo sospecha?
🟡 HEMEROTECA
Pedro Sánchez, sobre Cerdán: «Es una persona que me ha acompañado desde siempre, tiene toda mi confianza». pic.twitter.com/POUpCQJ3oa
— THE OBJECTIVE (@TheObjective_es) June 30, 2025
Cerdán en prisión: prisión provisional, comunicada y sin fianza
El magistrado Leopoldo Puente ha decretado prisión provisional, comunicada y sin fianza, atendiendo la solicitud formulada por el fiscal jefe de Anticorrupción, Alejandro Luzón, y las acusaciones populares. La medida se justifica por riesgo de fuga, posible destrucción de pruebas y reiteración delictiva.
Cerdán en prisión se convierte así en la pieza de más alto nivel político que entra en la cárcel dentro del conocido como «caso Koldo», que investiga el presunto cobro de comisiones ilegales a cambio de contratos públicos amañados desde el Ministerio de Transportes durante la época de José Luis Ábalos.
Durante su comparecencia, Cerdán negó cualquier implicación en la trama y cuestionó la validez de los audios presentados por la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, que lo señalan como parte activa en el cobro de mordidas. Su defensa ha solicitado una prueba pericial sobre las grabaciones y ha denunciado que el ex dirigente socialista está siendo objeto de una persecución por su rol como negociador del PSOE con EH Bildu y Junts per Catalunya.
Sin embargo, la Fiscalía considera que sus explicaciones fueron «pobres», «sesgadas» y «victimistas», y ha subrayado la gravedad de los indicios recabados. Entre ellos, destacan los registros de conversaciones telefónicas, informes económicos y testimonios que lo vinculan directamente con adjudicaciones públicas amañadas.
Esta decisión judicial sitúa a Cerdán en prisión mientras continúa la instrucción del caso, que ya ha salpicado a otras figuras destacadas del PSOE. A diferencia de Cerdán, el exministro José Luis Ábalos y su asesor Koldo García continúan en libertad provisional, aunque imputados por delitos similares.
Montero: las manos achicharradas del poder
María Jesús Montero ya no puede alegar desconocimiento. Su silencio retumba mientras las brasas de este escándalo le chamuscan cada vez más cerca. Cerdán era su amigo, su cómplice, su apuesta personal dentro del PSOE. Lo defendió, lo protegió y lo blindó incluso cuando las sombras ya eran imposibles de ignorar. Hoy, esas manos que tanto ampararon ya no solo están quemadas: están achicharradas.
El “núcleo duro” de Sánchez se descompone a ojos de todos, y Montero ya no puede esquivar el humo. Su nombre aparece, su equipo se menciona en informes y su cercanía con el hoy encarcelado número tres del PSOE despierta cada vez más preguntas. ¿Hasta dónde llega su implicación
El sanchismo se agrieta, y en esa grieta hay un rostro muy reconocible: el de la ministra que todo lo sabía, pero que ya no puede sostener ni el relato ni el Gobierno sin que se le caiga encima. Montero ya no es solo testigo de un derrumbe. Es parte del derrumbe.